"A PROPOSITO DE LLEWYN DAVIS"
La última película de los Coen es un buen film con un interesante tema de fondo: el porqué se triunfa o no en la carrera artística, lo decisivo del factor suerte independientemente del talento, cómo el ser coherente y fiel a uno mismo en cuanto al estilo, tipo de música, etc, impide muchas veces llegar al éxito... La película nos acerca a una semana en la vida de Llewyn, un joven que intenta conseguir la fama en EEUU como cantante folk en los años 60.
Lo más remarcable de "A propósito de Llewyn" es por una parte un elenco compacto, como siempre en los films de los Coen, y por otra la estupenda recreación del ambiente musical profesional de los 60. Es indudable lo fotogénico del marco, el ambiente donde se movían los cantantes incipientes en el Nueva York de los 60, los diferentes artistas que actuaban en directo en pequeñas salas conjugando estas actuaciones con audiciones y grabaciones para intentar hacerse un nombre. De hecho son numerosas las buenas películas que en los últimos años retratan este tema en diferentes momentos de la historia, en muchos casos centrándose en cantantes reales: biopics como "Ray" (T. Hackford), el curioso "I'm not there" de T. Haynes sobre Bob Dylan, y sobre todo la magnifica "Cross the line" donde Joaquin Phoenix en los zapatos de J. Cash nos deleitó con otra de sus inmensas actuaciones.
Con respecto a los actores, una vez más los hermanos definen una serie de personajes singulares de personalidad acentuada y mueren hasta dar con el actor adecuado. Si hay algo que prevalece en toda su filmografía es su gran capacidad en la dirección de actores. En unos casos apostando por desconocidos y en otros dando la oportunidad de probar en un registro totalmente nuevo para ellos a actores muy famosos: George Clooney en "O brother", Brad Pitt en "Quemar después de leer", o Jeff Bridges que de galán sin más ha pasado a ser uno de los grandes gracias a "El gran Lebowski". En el caso que nos ocupa, han dado con Oscar Isaac, todo un descubrimiento, más teniendo en cuenta la dificultad de encontrar a alguien tan buen actor como cantante y músico (esto es sólo posible con los actores americanos capaces de cantar y bailar como sí tal cosa). También están muy acertados John Goodman, un clásico de los Coen, y Justin Timberlake. Sin embargo, Carey Mulligan, que intenta aquí romper su encasillamiento de mujer vulnerable y dulce, está sobreactuada en un personaje más histérico que otra cosa.
El film es más que correcto, y a partir de una magnifica banda sonora nos acerca a un estilo musical poco consolidado en nuestro país. Sin embargo, podríamos reprocharle un ritmo tedioso, que aunque elegido a propósito para transmitir los numerosos avatares de este personaje y su resistencia a la frustración, tiene una cadencia que resulta excesivamente lenta (especialmente en la parte del viaje a Chicago). Así mismo, el final, una licencia creativa para abundar en esa misma idea, resulta un poco desconcertante. También echamos de menos la falta de desarrollo de dos episodios clave en la vida de Llewyn que podrían haber enriquecido de más matices al personaje: su relación con Carey Mulligan y sobre todo, más datos sobre el antiguo compañero de dúo de Llewyn.
(Valoración: 7.5 sobre 10)
Lo más remarcable de "A propósito de Llewyn" es por una parte un elenco compacto, como siempre en los films de los Coen, y por otra la estupenda recreación del ambiente musical profesional de los 60. Es indudable lo fotogénico del marco, el ambiente donde se movían los cantantes incipientes en el Nueva York de los 60, los diferentes artistas que actuaban en directo en pequeñas salas conjugando estas actuaciones con audiciones y grabaciones para intentar hacerse un nombre. De hecho son numerosas las buenas películas que en los últimos años retratan este tema en diferentes momentos de la historia, en muchos casos centrándose en cantantes reales: biopics como "Ray" (T. Hackford), el curioso "I'm not there" de T. Haynes sobre Bob Dylan, y sobre todo la magnifica "Cross the line" donde Joaquin Phoenix en los zapatos de J. Cash nos deleitó con otra de sus inmensas actuaciones.
Con respecto a los actores, una vez más los hermanos definen una serie de personajes singulares de personalidad acentuada y mueren hasta dar con el actor adecuado. Si hay algo que prevalece en toda su filmografía es su gran capacidad en la dirección de actores. En unos casos apostando por desconocidos y en otros dando la oportunidad de probar en un registro totalmente nuevo para ellos a actores muy famosos: George Clooney en "O brother", Brad Pitt en "Quemar después de leer", o Jeff Bridges que de galán sin más ha pasado a ser uno de los grandes gracias a "El gran Lebowski". En el caso que nos ocupa, han dado con Oscar Isaac, todo un descubrimiento, más teniendo en cuenta la dificultad de encontrar a alguien tan buen actor como cantante y músico (esto es sólo posible con los actores americanos capaces de cantar y bailar como sí tal cosa). También están muy acertados John Goodman, un clásico de los Coen, y Justin Timberlake. Sin embargo, Carey Mulligan, que intenta aquí romper su encasillamiento de mujer vulnerable y dulce, está sobreactuada en un personaje más histérico que otra cosa.
El film es más que correcto, y a partir de una magnifica banda sonora nos acerca a un estilo musical poco consolidado en nuestro país. Sin embargo, podríamos reprocharle un ritmo tedioso, que aunque elegido a propósito para transmitir los numerosos avatares de este personaje y su resistencia a la frustración, tiene una cadencia que resulta excesivamente lenta (especialmente en la parte del viaje a Chicago). Así mismo, el final, una licencia creativa para abundar en esa misma idea, resulta un poco desconcertante. También echamos de menos la falta de desarrollo de dos episodios clave en la vida de Llewyn que podrían haber enriquecido de más matices al personaje: su relación con Carey Mulligan y sobre todo, más datos sobre el antiguo compañero de dúo de Llewyn.
(Valoración: 7.5 sobre 10)
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