UNA PASTELERIA EN TOKIO: DRAMA MINIMALISTA

La realizadora japonesa Naomi Kawase dirige esta película basada en una novela de Durian Sukegawa ("An"). Se trata de la historia de 3 seres solitarios: una anciana (Kirin Kiki), un hombre que regenta una pequeña pastelería de barrio (Masatoshi Nagase), y una adolescente que frecuenta el local (Kyara Uchida).

El peso de la historia recae en la anciana y en el hombre que, a partir de trabajar juntos (ella sabe cocinar la receta de un dulce como nadie), entablan un relación donde la actitud ante la vida de ella sirve de absoluta inspiración para él. El film juega con pocos elementos pero resulta rico. La realizadora desvela poco a poco los secretos de los dos personajes centrales, gradúa bien la cantidad de información que se va liberando, de forma que mantiene vivo el interés del espectador. En cuanto a los personajes, el del hombre está bien definido y bien interpretado aunque ya hemos visto en otras ocasiones a personajes parecidos, atormentados por un drama del pasado que se aferran a vivir en soledad. La adolescente es el personaje que está menos trabajado, tanto en cuanto a su personalidad, como en cuanto a su contexto familiar, y resulta menos claro el porqué conecta tanto con el personaje del hombre. La figura de la anciana es absolutamente adorable y está delicadamente interpretada por la actriz Kirin Kiki. 

La historia y la narrativa son extremadamente sencillas y junto con el tempo pausado son claves para invitar a la introspección y ayudar a entender a los personajes y ponerse en su lugar. La naturaleza y el amor por la cocina podrían considerarse personajes secundarios que ponen de manifiesto razones para ser feliz o para hacer felices a los demás.

Un film marcado por su origen en la forma sensible de trasladar la historia. Escasos diálogos y una manera contenida de expresar las emociones que sin embargo transmiten una gran carga dramática. Un cine que cautiva por su sencillez y la forma contemplativa de abordar los temas. (Valoración: 7 sobre 10).