ELLE: SIN PREJUICIOS

Paul Varhoeven ("RoboCop", "Instinto básico") dirige esta controvertida película. Michelle (Isabelle Huppert) empresaria exitosa sufre una violación en su propia casa.

La película tiene totalmente el sello Varhoeven por la forma en que cuenta esta historia llena de suspense e intriga psicológica, con una inteligente estructura narrativa que vuelve varias veces al episodio desencadenante de la historia. Esta repetición inesperada sube la tensión del film y junto con el resto de sucesos y la relaciones que Michelle tiene con su entorno conforman una atmósfera incómoda pero atrayente que tiene al espectador alerta y sabiendo que cualquier cosa puede suceder.  

El director ha dicho que esta película es posible gracias a una actriz extremadamente valiente como Isabelle Hupert capaz de aceptar un personaje de comportamientos tan poco "populares" que actrices de Hollywood hubieran rechazado por temor a que dañara su imagen. Eso es verdad y  también lo es que casi sólo ella puede aportar tanta credibilidad a un personaje difícil de comprender por su frialdad, racionalidad, su poco estándar relación con el sexo y con su círculo. La agresión es una excusa para adentrarnos en un personaje con un alto grado de inexpugnabilidad. El personaje es chocante y lo es aún más por ser una mujer, eso lo hace menos "aceptable". Inquieta su pasado, la relación con su familia y amigos y donde pone las barreras de la ética. Parte de su personalidad es resultado de su background familiar pero eso no es la causa de todo. Un personaje de los más complejos y magnéticos de los últimos tiempos interpretado por la divina Huppert que lo mismo interpreta a una mujer de mediana edad a la que le pasa poco o poco bueno en "El porvenir" que a Michelle, alguien que siempre tiene una actitud activa y no acepta lo que viene sin más.

Aunque el guión tiene un cierto exceso de retorcimiento y de cascada de acontecimientos en el último tramo del film, es turbadora, desasosegante y muy adictiva. El espectador debe estar preparado para sentir un cierto nivel de desagrado (sensaciones similares a las de algunos films de Haneke- "La pianista"- o la buenísima y durísima "Tenemos que hablar de Kevin"), aunque éste se compensa con creces.  (Valoración: 8 sobre 10).