LA HIJA DE UN LADRÓN: BIENVENIDA GRETA
Belén Funes se estrena en la dirección de un largo con la historia de Sara (Greta Fernández). Sara es una chica de unos 20 años proveniente de una familia desestructurada, trabaja de limpiadora y tiene un bebé. Su padre (Eduard Fernández) acaba de salir de la cárcel.
El argumento de la película gira alrededor de un personaje que suscita interés, una chica sin una familia que la apoye, sin recursos económicos, que intenta salir adelante como puede. Una chica sin suerte que necesita imperiosamente tener un arraigo que le ha sido negado desde su nacimiento. El guión firmado por Belén Funes y Marcal Cebrian, es irregular, se desarrolla con demasiados vacíos de información. En cuanto a la forma de narrar, el código tiene algo de documental, es directo, desnudo, muy realista. La directora se decide por una realización de cámara en mano, siguiendo a la protagonista, con la mayoría de planos tomados desde detrás del personaje, algo que resulta pesado y que a veces no permite disfrutar lo suficiente de los actores cuando ellos son lo mejor de la película. Eduard Fernández, un grande, con una versatilidad que le permite meterse en cualquier personaje, es un padre que no sabe cumplir su papel, inconstante, sin compromiso. Greta Fernández (su hija en la vida real también), la actriz revelación del año y quien sostiene el peso de la película, sabe llegar al espectador y tocarle. Encarna un personaje bonito de alguien vulnerable pero que pelea por tener una vida mejor. Este es su primer papel protagonista por el que se la está reconociendo en numerosos festivales (Mejor actriz con Nina Hoss en el Festival de San Sebastián 2019, Premio Días de Cine, etc). Las escenas entre padre e hija son de lo mejor de la película, tienen mucha fuerza y están cargadas de emociones y sentimientos encontrados. Dos personajes desnortados con una relación compleja, llena de expectativas incumplidas.
La historia, con sus altibajos, es una interesante ópera prima. Tiene momentos potentes y una buena secuencia final donde se resume el sentir del personaje de Greta y lo que tanto le falta en su vida. (Valoración: 6 sobre 10).
El argumento de la película gira alrededor de un personaje que suscita interés, una chica sin una familia que la apoye, sin recursos económicos, que intenta salir adelante como puede. Una chica sin suerte que necesita imperiosamente tener un arraigo que le ha sido negado desde su nacimiento. El guión firmado por Belén Funes y Marcal Cebrian, es irregular, se desarrolla con demasiados vacíos de información. En cuanto a la forma de narrar, el código tiene algo de documental, es directo, desnudo, muy realista. La directora se decide por una realización de cámara en mano, siguiendo a la protagonista, con la mayoría de planos tomados desde detrás del personaje, algo que resulta pesado y que a veces no permite disfrutar lo suficiente de los actores cuando ellos son lo mejor de la película. Eduard Fernández, un grande, con una versatilidad que le permite meterse en cualquier personaje, es un padre que no sabe cumplir su papel, inconstante, sin compromiso. Greta Fernández (su hija en la vida real también), la actriz revelación del año y quien sostiene el peso de la película, sabe llegar al espectador y tocarle. Encarna un personaje bonito de alguien vulnerable pero que pelea por tener una vida mejor. Este es su primer papel protagonista por el que se la está reconociendo en numerosos festivales (Mejor actriz con Nina Hoss en el Festival de San Sebastián 2019, Premio Días de Cine, etc). Las escenas entre padre e hija son de lo mejor de la película, tienen mucha fuerza y están cargadas de emociones y sentimientos encontrados. Dos personajes desnortados con una relación compleja, llena de expectativas incumplidas.
La historia, con sus altibajos, es una interesante ópera prima. Tiene momentos potentes y una buena secuencia final donde se resume el sentir del personaje de Greta y lo que tanto le falta en su vida. (Valoración: 6 sobre 10).
Comentarios
Publicar un comentario